miércoles, 30 de septiembre de 2015

Ver lugares espectaculares y aprender a sacarles las mejores fotos es la nueva tendencia viajera.
Ver lugares espectaculares y aprender a sacarles las mejores fotos es la nueva tendencia viajera.
Top Ocholeguas

Viajes para amantes de la fotografía

El mundo del viaje y la fotografía siempre han estado unidos. Una relación que se estrecha aún más con lostours fotográficos, en los que se puede aprender a manejar una cámara junto a fotorreporteros mientras se descubren los destinos más fascinantes del mundo.
Todo viaje suele ir acompañado de un puñado de fotografías, recuerdos físicos de los momentos que se vivieron y los lugares que se visitaron durante el camino. De un tiempo a esta parte, este vínculo entre fotografía y viajes se han fortalecido más aún con la proliferación de los viajes fotográficos. Una modalidad en la que los viajeros descubren nuevos lugares mientras fotógrafos profesionales les enseñan los secretos para sacar el máximo partido a su cámara, logrando así las mejores instantáneas de sus viajes. Estos son algunos de los viajes de fotografía que se van a organizar en los próximos meses:

1. Estambul (Turquía)

La Mezquita Azul, icono de Estambul.
El estrecho del Bósforo parte en dos Estambul, que se divide entre Europa y Asia. Laextraordinaria ciudad turcaalberga 14 millones de almas y es una de los lugares más visitados del mundo. Atractivos no le faltan. El Cuerno de Oro, los barrios de Besiktas y Beyoglu, los atardeceres de Üsküdar, Santa Sofía, la Mezquita Azul... Guardar para la posteridad la mágica luzque envuelve Estambul será más fácil con la compañía de una fotógrafa profesional y cinco días para recorrer sus rincones, gracias a este viaje organizado por Artisal.

2. Noruega

La aurora boreal en el cielo noruego.
La nieve y el hielo son una constante en este país escandinavo de paisajes dominados por los fiordos. Aunque si hay un fenómeno que fascina a quienes lo contemplan, éste es el de las auroras boreales. Un sobrecogedor espectáculo que se convierte en el eje central del viaje organizado por Taranna: durante seis días organiza en Noruega un taller fotográfico para aprender los secretos de esta disciplina y poder retratar las esquivas luces del Norte.

3. Patagonia

Impresionante paisaje de la Patagonia.
Al sur de los Andes, entre Argentina y Chile, la escuelaPina Photo sigue las huellas de losmapuches por la Patagonia. Por esa región transcurre este curso deiniciación al fotoperiodismo, cuyo objetivo es contar historias a través de la imagen. Cámara en mano, se recorrerán antiguos caminos, poblados indígenas y bosques patagónicos mientras se descubre la cultura de quienes habitaron hace miles de años. Desde San Martín de los Andes hasta el Pacífico en una ruta de 14 días. Y siempre,conviviendo con familias locales. Pina Photo, especializada en viajes fotográficos sobre el terreno, también organiza talleres en los Balcanes.

4. Madeira (Portugal)

La bruma entre las montañas de Madeira.
Bienvenidos a esta isla varada en el Atlántico. La fuerza del mar golpeando la costa, las brumas escurriéndose entre las escarpadas montañas o la luz colándose por entre las copas de los árboles de la selva son sólo algunas de las maravillas que Madeira ofrece. Alventus Viajes incluye una semana en la isla, recorriéndola y recibiendo clases de fotografía, pasando allí el Fin de año.

5. India

El Taj Mahal, el mayor reclamo turístico indio.
El subcontinente indio es un lugar especial. Su enorme tamaño esconde rincones para todos los gustos, desde ciudades inmensas a pueblos perdidos, desde monumentos impresionantes a maravillas naturales. Toda la magia y la historia indias están al alcance del objetivo de una cámara. En Fotógrafos Viajeros se recorren durante doce días las ciudades de Delhi, Jaipur, Varanasi o Agra, donde merece la pena esperar a que llegue la mejor luz del día para capturar el Taj Mahal.

6. Valle de Arán

Los lagos del Valle de Arán.
Para los que prefieran quedarse en la Península, el espectacular Valle de Arán, al pie de los Pirineos, es un enclave de unabelleza agresteque ofrece al visitante estampas increíbles. Por eso es el elegido como destino de Alamay, que recorre el otoño aranés disfrutando de los colores que esta estación le arranca al valle, que se llena de amarillos, rojos y naranjas. Sin duda un espectáculo que merece la pena ser inmortalizado.

7. Cuba

Trinidad, un rincón mágico de Cuba.
Calles rebosantes de vida,atardeceres en el Malecón, la manera tan especial que tiene la luz de iluminar las fachadas... En el viaje organizado porArtisal, durante once días se puede disfrutar del embrujo cubano, paseando por La Habana y Trinidad y aprendiendo en estos dos enclaves magníficos cómo hacer las mejores fotos. Acompañados por una fotógrafa profesional, aquellos que visiten Cuba podrán comprobar que, en la belleza de la isla, sacar una foto mala es imposible.

8. Etiopía

Iglesia tallada en piedra de Lalibela, Etiopía.
Toda la esencia del continente negro puede encontrarse en las tierras de la Reina de Saba, que guardan en su interior el virginal encanto de los territorios que el turismo no ha transformado. Lalibela y sus iglesias, las cataratas de Tissisat o elPatrimonio de la Humanidad de Gondar sólo son algunos de los atractivos que tiene este circuito fotográfico organizado porTaranna. Durante once días descubrirás junto a un fotógrafo los misterios de Etiopía, pues no hay rincón que no merezca conservarse para la posteridad.

15 bosques para sentir el otoño

Violetas, rojos, amarillos. Hayas, robles, abedules. Quince bosques con las indicaciones para llegar sin problemas y vivir el gran espectáculo otoñal

Bosque otoñal en las cercanías de la Cola de Caballo, cascada en Ordesa (Huesca). / GONZALO AZUMENDI
De las grandes masas forestales del Cantábrico o el Pirineo a los pequeños hayedos castellanos, la nueva estación —recién estrenada el pasado 23 de septiembre— invita a calzarse las botas y echar a andar. Para quienes prefieran moverse con un guía, agencias como ArawakAtuaire o Tierra de Fuego, entre otras, organizan este otoño excursiones senderistas y viajes de varios días a los bosques españoles.

Bosque de Orgi (Navarra)

Situado al sur del Valle de Ultzama, a 25 kilometros de Pamplona, está el bosque de Orgi, un robledal milenario con paseos bien señalizados en el que viven hasta 15 especies distintas de murciélagos. Cerca está también Lekunberri, desde donde parte la Vía Verde del Plazaola, un camino que recupera el antiguo trazado del tren que unía Pamplona y San Sebastián.
Cómo llegar: desde Pamplona, saliendo de la N-121 en dirección norte a la altura de Ostiz, para tomar la NA-411 hasta Lizaso. Unos 40 minutos en coche.
La reserva natural de Muniellos, en Asturias. /GONZALO AZUMENDI

Muniellos y Redes (Asturias)

La reserva asturiana de Muniellos atesora una de las masas forestales de roble mejor conservadas de Europa. Árboles de gran porte que se mezclan con el verde de los acebos y los ocres y rojizos de hayas, castaños y serbales creando un espacio mágico. Los densos bosques de Redes, declarados patrimonio de la biosfera, conforman otro de los parajes imprescindibles del otoño asturiano.
Cómo llegar: desde Cangas del Narcea tomar la AS-15 hasta Ventanueva. Desde allí tomar la AS-11 durante dos kilómetros a Moal. Un camino de cuatro kilómetros lleva hasta Tablizas, donde se encuentra la casa forestal de Muniellos. Para visitar la reserva hay que solicitar un permiso a través de la web del Principado de Asturias (www.asturias.es).

Hayedo de la Pedrosa (Segovia)

Los bosques de la vertiente segoviana del macizo de Ayllón permiten experimentar los intensos ocres y rojos del otoño a menos de 150 kilómetros de Madrid. Allí se ubica el hayedo de La Pedrosa, que arropa el río Riaza en su nacimiento. Este pequeño bosque de fagáceas (87 hectáreas), catalogado entre los más meridionales de Europa, proporciona un agradable paseo de dos horas por las umbrías laderas del puerto de la Quesera (1.750 metros), entre hayas, robles, acebos, serbales y majuelos. La ruta se puede completar con una excursión a la vecina Riaza, donde arranca la ruta de los pueblos rojos y negros (Alquité, Madriguera, Villacorta, Martín Muñoz, Becerril...) de Segovia, donde los colores de los bosques sirven de contrapunto a los de la arquitectura de arcilla y pizarra.
Cómo llegar: desde Madrid por la A-1 para tomar en la salida 103 la N-110 hasta Riaza.
Las hoces del río Júcar, en Cuenca.   / HIDALGO & LOPESINO

Hoces del Júcar (Albacete y Cuenca)

A su paso por la provincia de Albacete, el río Júcar se contonea entre barrancos y crestas calcáreas dibujando uno de los parajes más agrestes de Castilla-La Mancha: la hoz del Júcar. En los altozanos de este desfiladero también se pueden visitar pueblos como Alcalá del Júcar, con casas enjalbegadas y alamedas que el otoño pinta de un intenso color amarillo.
Cómo llegar: desde Madrid, por la A-3 hasta la salida del kilómetro 237.

Fageda de la Grevolosa (Barcelona)

Un bosque con hayas que superan los 30 metros de altura, con algunos ejemplares de más de 200 años, en la comarca barcelonesa de Osona. La más grande de las hayas alcanza una altura de 42 metros y tiene una edad que ronda los 300 años.
Cómo llegar: por el eje C-37 entre Vic y Olot, y por Bracons hasta Sant Andreu de la Vola (Osona).

Comarca de los Cuatro Valles (León)

Las comarcas leonesas de Omaña, Luna, Babia y Laciana agrupan tres espacios salvajes y mágicos declarados reserva de la biosfera. Los antiguos caminos y cordeles ganaderos empleados por los pastores trashumantes permiten hoy recorrer sus diferentes paisajes, con laderas cubiertas de robles, abedules, hayas, acebos y arces.
Cómo llegar: desde Asturias o León a través de la A-66, salida a Villablino, luego por la CL-623.
Una hoja de helecho en el parque natural del Gorbea (entre Álava y Vizcaya). / GONZALO AZUMENDI

Gorbea y sierra de Aralar (Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra)

En el corazón del Goierri, la sierra de Aralar, un macizo kárstico que se reparten Guipúzcoa y Navarra, dibuja un paisaje de cuento, con enclaves singulares como el hayedo de Akaitz, el lapiaz de Pardarri, el valle de Arritzaga o el circo glacial de Pardelutz. Más de cien dólmenes, túmulos y menhires se reparten por estos valles, y en las majadas de las laderas del monte Txindoki los pastores mantienen sus ovejas latxas, de las que se extrae la leche para el queso de Idiazábal.
Cómo llegar: desde Pamplona, por la AP-15 o la A-15 hasta Lekunberri, para continuar por la NA-7510.

Cañón de Añisclo (Huesca)

Junto a la ermita de San Urbez se abre la angosta garganta que forma el río Vellós en el cañón de Añisclo, uno de los cuatro valles —Ordesa, Añisclo, Pineta y Escuaín— que forman el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, en el Pirineo de Huesca. En otoño, sus hayas, abedules, arces y fresnos crean un fogoso espectáculo de rojos y amarillos.
Cómo llegar: desde Sabiñánigo, por la N-260 hasta Broto y Torla.
Alcornoques en el valle de Ambroz, en Cáceres. / JUAN CARLOS MUÑOZ

Valle del Ambroz (Cáceres)

Entre Las Hurdes y el valle del Jerte, al norte de la provincia de Cáceres, se abre un pasillo verde de reminiscencias norteñas: el valle del río Ambroz. La orientación meridional de estos montes propicia un clima suave que, unido a la abundancia de lluvias, los ha cubierto de tupidos bosques de castaños y robles, más propios de climas atlánticos. Uno de estos bosques de castaños es el que se encuentra en la localidad de Hervás, en las inmediaciones de la carretera que lleva a Cabezuela del Valle.
Cómo llegar: desde Salamanca, por la A-66 o la N-630.

Fraga de Catasós (Pontevedra)

La Pontevedra interior depara sorpresas como la fraga de Catasós, en el concello de Lalín, un pequeño bosque mixto o carballeira declarado monumento natural donde se alzan algunos de los castaños más altos (hasta 30 metros) de España. El mismo sendero que permite recorrer a pie este espacio protegido conduce al pazo privado de Quiroga, que inspiró a Emilia Pardo Bazán la novela Los pazos de Ulloa.
Cómo llegar: a la fraga se accede desde el pueblo de Lalín, a 53 kilómetros de Santiago y a 55 de Ourense por la AP-53.

Parque natural de Urbasa (Navarra)

En Navarra, las hayas del parque natural de Urbasa pintan uno de los mejores escenarios otoñales. Cómo llegar: se puede acceder a Urbasa desde la localidad de Baquedano, de donde parte un sendero que lo recorre, en hora y media, hasta la fuente del río Urederra. A Baquedano se llega por la NA-718 Estella-Olazti/Olazagutía, para después tomar la NA-7187 en el kilómetro 13,8.
www.parquedeurbasa.es

Fuentes Carrionas (Palencia)

Los robledales palentinos de Fuentes Carrionas alfombran las faldas meridionales de la cordillera cántabra, donde castaños, hayas y acebos acompañan al roble albar y al melojo en estos parajes montañosos, uno de los últimos refugios del oso pardo en Europa.
Cómo llegar: desde Palencia, por la A-67 hasta la salida 80, para continuar por la P-227 hasta Cervera de Pisuerga. Desde allí, continuar por la P-210 hasta tomar el camino a Polentinos.

Sierra de Cameros (La Rioja)

Las tierras riojanas de Cameros tienen en su parque natural de Cebollera el espacio geográfico mejor conservado de la comarca, con un paisaje que ha recuperado los bosques después de varios siglos de intensa actividad trashumante, una cultura pastoril que ha dejado su huella integrada en el horizonte a través de corrales, chozos y ermitas. El otoño es una época ideal para recorrerlo.
Cómo llegar: por la N-111, que une Logroño con Soria a través del valle del Iregua.

Selva de Oza (Huesca)

Los valles occidentales del Alto Aragón (Hecho, Ansó, Aragüés del Puerto, Borau y Aísa), en la comarca de La Jacetania (Huesca), esconden algunos de los mayores bosques del Pirineo, que se pueden disfrutar en parajes como la Selva de Oza, un bosque mixto de hayas y abetos que esconde más de un centenar de dólmenes, menhires y círculos de piedra en lo que constituye la mayor concentración de megalitos de los Pirineos.
Cómo llegar: desde Huesca, por la A-132 hasta Puente la Reina, para seguir por la A-176 hasta el pueblo de Siresa.

Fraga do Eume (Coruña)

Carballos (robles), helechos, fresnos, castaños y abedules cubren las riberas del río Eume en la fraga más extensa de Galicia, hogar de especies endémicas como la salamandra rabilarga (Chioglossa lusitanica).
Cómo llegar: desde A Coruña por la AP-9 hasta la salida 21F a Pontedeume. Desde allí, por la AC-564 hasta Caaveiro. Unos 54 kilómetros.

jueves, 24 de septiembre de 2015

10 escapadas de puro otoño

Los hayedos con su más intenso cromatismo, pueblos de piedra, cálidos hoteles y ríos cantarines. De la sierra de Aracena, en Huelva, a la Ribeira Sacra, en Ourense, diez viajes de fin de semana

Recogida de setas en Riofrío, en Segovia. / ANDRÉS CAMPOS
Los grandes hayedos del norte (Irati, Saja, Ordesa…) están preciosos en otoño, es verdad, pero el que sabe busca para variar rincones menos transitados. Donde menos se piensa, hay oro: una selva de castaños en Extremadura, cientos de variedades de setas en la sierra de Huelva o ciervos berreando a solo una hora de Madrid. Con las lluvias otoñales renacen ríos y cascadas. Y el aire, oloroso a ollas y magostos, se llena de aves que migran a África. El que cierra la puerta y se recoge al calor del hogar no sabe lo que se pierde.
Una calle de San Martín de Trevejo (Cáceres. / ANDRÉS CAMPOS

01 El castañar de los Abuelos

San Martín de Trevejo (Cáceres)

El fuego arrasó este verano 7.800 hectáreas de la sierra de Gata, pero eso, siendo mucho, es una mínima parte de la superficie total (un 6%) y aún quedan bosques para andar y no parar en varios años. Como elcastañar de los Ojestos, en San Martín de Trevejo, que es el más extenso de Extremadura y, en otoño, un deslumbrante mar de hojas amarillas. En un par de horas, por la calzada romana que sube al puerto de Santa Clara, se atraviesa esta selva donde asombran al caminante dos mastodónticos castaños llamados los Abuelos y las chorreras del río de la Vega. Después de caminar, apetece relajarse en el spa de laHospedería Conventual Sierra de Gata, antiguo convento franciscano de San Miguel, del siglo XV. Y cenar algo típico y casero en el restaurante Os Arcus (927 51 32 04), como la ensalada de naranja mañega, el potaje de arroz y bacalao, el esparragao(berza rehogada con patata, pimentón y torreznos) o las setas, de las que hay para aburrir en esta sierra.
El roblon de Estalaya, cerca de Cervera de Pisuerga (Palencia). / ANDRÉS CAMPOS

02 En busca del Roblón

Cervera de Pisuerga (Palencia)

Ojiplático se queda el huésped delparador de Cervera al asomarse a la terraza de su habitación y descubrir, a vista de águila, el Pisuerga remansado en el embalse de Ruesga y todas las cumbres de la Montaña Palentina, desde el pico Almonga, que está justo enfrente, hasta la mole piramidal del Espigüete y la verdinegra del Curavacas, máxima altura del macizo (2.520 metros). Vale la pena madrugar para ver cómo el primer sol hace de oro estos bosques y luego desayunar fuerte, como aquí se estila (salchichón de venado, chorizo de jabalí…), para andar sin desmayo por el monte. Imprescindible la senda que conduce al Roblón de Estalaya, un roble albar exagerado, que ha resistido 500 años al hacha y al fuego en lo alto del cerro de San Cristóbal. Por este camino (circular, de 4,6 kilómetros, bien señalizado) se ven además hayas, rebollos, serbales, mostajos y guillomos que el otoño pinta de los más vivos colores. Y también ricos boletus, porque estos montes del norte de Palencia son un paraíso micológico. Los restaurantes Peñalabra, Pacho y el del parador, entre otros, participan en las Jornadas Gastronómicas de las Setas, que este año celebra su 12ª edición.
CASARSA

03 Tarta ‘tatin’ madrileña

La Hiruela (Madrid)

En el alto Jarama, al lado del archifamoso hayedo de Montejo, se encuentran los nada conocidos, pero no menos bellos, bosques de La Hiruela. La senda de las Carboneras, que recorre la dehesa de robles centenarios donde se fabricaba el combustible vegetal, es un diez en otoño. Y la senda de Molino a Molino, que discurre por los sotos del Jarama, entre robles melojos, álamos blancos, sauces, chopos y abedules radiantes como bombillas, un once. Un buen lugar para comer es Casa Aldaba, en cuya carta no faltan en esta época los huevos escalfados con boletus y la tarta tatin elaborada con los codiciados peros (una variedad de manzana) de La Hiruela. Esta casa de piedra tradicional ofrece también alojamiento con vistas a la dehesa de robles.

04 Hongos dignos de un césar

Alájar (Huelva)

No solo de bellotas y jamón ibérico se vive en la sierra de Aracena. También de los frutos que llueven en otoño en sus castañares y de las setas que proliferan en sus variados bosques (encinares, alcornocales, quejigares, rebollares, pinares…), haciendo de esta comarca uno de los enclaves con más diversidad micológica de España. Setas tan apreciadas como las que llaman tanas (Amanita cesarea) y tentullos (Boletus aereus), que en otros lugares ni se huelen, aquí se recolectan en grandes cantidades.Lynxaia organiza rutas micológicas que acaban con un banquete digno de césares en laPosada de San Marcos, en Alájar. La posada es un alojamiento ecológico, con energía geotérmica, aislamientos naturales (corcho y lana de oveja) y desayunos a base de patés, mantecas y mermeladas caseras. Y Alájar, uno de los pueblos más encantadores de la sierra, con los típicos llanos (empedrados artísticos de dibujos geométricos o figurativos) delante de cada casita blanca. El perfecto plan otoñal: subir a la Peña de Arias Montano y seguir caminando entre castaños centenarios hastaCastaño de Robledo, otro pueblo de postal.
Un gamo en las praderas del palacio de Riofrío, en Segovia. / ANDRÉS CAMPOS

05 Los reyes se equivocaban

La Granja de San Ildefonso (Segovia)

Los reyes venían a pasar el verano a La Granja porque se está fresquito, pero es en otoño cuando los jardines de palacio lucen verdaderamente regios, con sus 70.000 árboles (la mayoría, de hoja caduca: fresnos, tilos, robles, arces, castaños de Indias…) y sus 30 kilómetros de setos de carpe y haya reventando de colorido, como fuegos de artificio a cámara lenta. En los pinares de Valsaín, que es un barrio de La Granja, se cogen níscalos y Boletus edulis. La casa rural La Querencia de Valsaín es una base idónea para salir de recolección. Y también de ruta ciclomontañera, porque es bike friendly. Cerca de La Granja (a 17 kilómetros) están el palacio rosa de Riofrío y su bosque acotado de 700 hectáreas, donde en esta época se puede presenciar la berrea de los ciervos y la ronca de los gamos.
El monasterio de Santo Estevo, con sus tres claustros, en la Ribeira Sacra orensana. / ANDRÉS CAMPOS

06 Platos que saben a bosque

Santo Estevo de Ribas de Sil (Ourense)

La Ribeira Sacra es en otoño como un semáforo que vira del verde al amarillo de sus castañares, y del amarillo al rojo de los viñedos de uva mencía que se vendimian con mil sudores en las empinadísimas laderas del cañón del Sil. Buen momento para echar el freno en el monasterio de Santo Estevo, joya hotelera y monumental de la comarca, cuyo origen se remonta al siglo VI, con tres claustros, spa y restaurante desde el que se ve y se saborea el bosque circundante, presente en platos como los huevos rotos con salteado de castañas pilongas y chorizo de manzana.

07 Enganchados a los ‘boletus’

Ezcaray (La Rioja)

En los bosques que arropan Ezcaray hay tanta seta (Boletus edulis y pinophilus, sobre todo) que los vecinos andan muy ajetreados, todo el día arriba y abajo con las cestas llenas. Los hay que salen a buscar dos veces, por la mañana y por la tarde. El momento cumbre son las Jornadas Micológicas, del 25 de octubre al 8 de noviembre. Para comer setas (y también caza), el sitio indicado es Casa Masip. Otro templo gastronómico, con dos estrellas Michelin, es El Portal de Echaurren, donde se pueden saborear platos tan evocadores del otoño ezcarayense como uno titulado Bajo un manto de hojas secas, que recrea un paseo por un hayedo. Antes de marchar, hay que comprar nueces y caparrones en El Colmado (Sagastía, 5).
El cráter del volcán de Santa Margarida en la Garrotxa (Girona). / ANDRÉS CAMPOS

08 Un hayedo entre volcanes

Santa Pau (Girona)

Bonitos pueblos medievales hay muchos, pero rodeados de volcanes, solo en la Garrotxa, donde hasta hace 10.000 años (casi ayer, en la escala geológica) hubo erupciones que dejaron el paisaje lleno de cráteres (unos 40) y coladas basálticas (más de 20). Para más singularidad, cerca de Santa Pauhay un hayedo excepcional, la Fageda d’en Jordà, que está a 550 metros de altitud y sobre llano, cuando lo normal es que las hayas medren entre los 1.000 y 1.700 metros, y en terrenos más bien empinados. Esto solo se explica por lo mucho que llueve en la comarca. El itinerario pedestre número 1 del parque natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa permite recorrer sin pérdida este insólito hayedo, al que Joan Maragall dedicó un poema, y encaramarse también al volcán de Santa Margarida, en cuyo cráter, de 330 metros de diámetro, hay un prado circular y, haciendo diana en el centro, una ermita románica. Mas Can Batlle ofrece uno de los mejores alojamientos de la zona en una antigua masía y el restaurante Masnou, un menú degustación contundente y nada caro, de 14 platos, incluidas las típicas fesols (alubias) de Santa Pau.
Cascada entre hayas en las cercanías de Goiuri (Álava). / ANDRÉS CAMPOS

09 Goiuri Álava

Cien metros de cascada

Hayedos y quejigales, templos románicos y prados atiborrados de ovejas melenudas. Elrío Oiardo atraviesa unos paisajes de égloga antes y después de precipitarse en una cascada de más de cien metros de altura en el noroeste de Álava, al lado mismo del pueblo de Goiuri. Hay que ver el salto cuando arrecian las lluvias de otoño, con bastante agua, blanco y larguísimo cual guedeja de oveja latxa, entre los ocres, rojos y dorados de los bosques circundantes. Para observarlo a placer existe un mirador al que se accede por un camino que sale a la derecha de la carretera A-2521 antes de llegar aGoiuri desde Izarra. El salto del Nervión, que es la cascada más alta de España (270 metros), tampoco anda lejos. El agua cayendo por un acantilado es muy bella, sí, pero para beber, es mejor la cerveza Baias que elaboran artesanalmente en el pueblo deOiardo. Otra compra gastronómica ineludible son los quesos de Idiazábal de Basterra Anaiak, hechos en el mismo Goiuri. Para alojarse, a cien metros de la cascada, estáUgarzábal, una casa rural con huerto ecológico y unos propietarios a los que es imposible no querer.

10 Temporada alta en las marismas

Santoña (Cantabria)

Tradicionalmente, Santoña es igual a playa e igual a verano, pero cuando se pone a tope de verdad es en otoño. A tope de aves. Entre las que pasan buscando latitudes más cálidas y las que habitan todo el año, se juntan en sus marismas hasta 20.000 de 120 especies diferentes. En octubre y noviembre abre el centro de interpretación del parque natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, que se encuentra en el puerto, en un edificio con forma de barco. En el mismo inmueble está el Restaurante de Pilar, donde los jibiones y las lubinas salvajes saltan directamente del barco al plato. Se pueden atravesar las marismas en coche siguiendo la carretera de los Puentes (CA-241), recorrerlas en barco con un guía ornitológico o hacer una ruta a pie por la zona más próxima a la playa de Berria. Justo aquí hay un plácido hotelito cuyas 11 alcobas tienen nombres de aves: la Posada Las Garzas. Un buen lugar para descansar.